Mi Primer Año De Escuela Superior
Noveno grado, un año que muchos ven como insignificante o simple, un año en el que el principal objetivo de muchos es pasar de grado. Noveno grado es también, el primer año de escuela superior. ¿Es acaso este año tan insignificante como lo pintan? En mi caso no, no lo fue. La pregunta que me formulo es ¿fue significante este año por ser el primero? o ¿acaso fue por las experiencias vividas, lo rota que me pude llegar a sentir, el esfuerzo sobre humano por encajar, por desempeñar mis habilidades al máximo, por haberme tropezado repetidas veces intentando no caer? ¿Fue este año el primero o el último? No, este no fue un año común. Y sin duda, tampoco el más feliz. Desde el principio, mi alma se encontraba en un hilo de emociones encontradas, mezcladas y confusas. Me sentía afligida, emocionada y confundida. Afligida porque mi entorno había cambiado radicalmente. Emocionada porque sabía que vendrían cosas buenas, o eso creía. Confundida porque no podía descifrar la tormenta de cosas que se formaban en mi cabeza. Al pasar del tiempo, la sonrisa y la ilusión con la que había llegado el primer día del primer año a la escuela se iba deteriorando. Y con ellas, la fe en mis amigos y en mi entorno. El pesimismo se tornó adictivo, siempre fue el mismo castigo. Cada vez, encajar se hacía más difícil con la tormenta de cosas que ocurrían en mi cabeza. Por el lado académico, mi desempeño fue el mejor. Me sentía satisfecha por eso, era algo que me hacía sentir mejor, ver las notas llegar a las manos de mi madre y que al leerlas, se formara una sonrisa llena de orgullo. Mis amigos, mi familia, mis clases, todo parecía estar en orden. Pero poco a poco, la realidad de las cosas me fue golpeando, no me di cuenta de que quizá estaba cometiendo errores que se me harían difícil remendar y que estaba perdiendo cosas que no podría superar. Noveno grado fue el año en el que las personas se quitaron sus máscaras, los problemas salieron a flote, perdí lo que más necesitaba y me apasioné más por las materias. Así que no, este año no fue insignificante. En este año cierro una etapa de mi vida y abro otra que espero desempeñar con mucho más provecho. Pero sobre todo, con más alegría. Me despido de esta etapa y a pesar de las lágrimas, del dolor, de las personas que ignoraban la realidad y de todo lo que en este año pude vivir, agradezco por las experiencias y enseñanzas.
-Lia
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